Como todas las convocadas en la zona occidental de Andalucía, la cabalgata de Reyes Magos en Cádiz se adelantó 24 horas por amenaza de lluvia. Esa fue la única característica diferencial, la única anomalía, fácilmente superable, de un cortejo indistinguible de los últimos.
Afortunadamente para los únicos destinatarios de todo el ritual, para los ilusionados e interesados, nacidos hace poco, bien entrado el siglo o hace algo más, la fábula se mantiene intacta más allá de las nubes. Es lo más importante. Lo esencial.
Después del cortejo de este sábado, en cada casa, los adultos tendrán que modificar el guión para que el inespereado giro de este año resulte creíble. Se trata de contar que la prodigiosa aparición se producirá una mañana más tarde, la del lunes, y no la de este domingo.
Mayores retos han afrontado durante generaciones los encargados de poner en pie la ceremonia nocturna, con una parte de la casa durmiendo. En peores plazas han toreado, incluso se han dado suspensiones y todo queda siempre superado.
Ese pareció el lema de la cabalgata de Cádiz que partía a las 17 horas de este sábado desde la avenida Cayetano del Toro y continuaba por Ana de Viya, avenida de Andalucía y Cuesta de las Calesas.
El ritmo agil envolvía las carrozas de Frozen y El Grinch. Unos gigantescos animales mitológicos e hinchables (ballena, oso, reno..) y las bandas de música bullanguera mantenían el clima festivo.
Celebrada y aplaudida la coreografía de La bella y la bestia. Todo sin curvas ni sustos, en línea recta hasta que la comitiva avanzó, a las 19 horas, bajo la frontera de piedra que marca el casco antiguo, las Puertas de Tierra.
Desde ahí, rodado y cuesta abajo hasta el pequeño éxtasis de San Juan de Dios. Toneladas de caramelos y grandes pelotas hinchables, que el público voleaba sin cesar.
La normalidad terminó de imponerse al cambio de fecha cuando los Reyes Magos se asomaron al balcón del Ayuntamiento, casi a las 20.30 horas, para recibir la ovación que merecen por el trabajo que se les viene encima.
Más allá de las 21.30 horas, el tráfico aún seguía desviado desde la plaza de Sevilla hasta el interior del puerto de Cádiz y las paradas de autobuses todavía estaban concentradas junto a la estación de Renfe para devolver a tantos a casa.
Una vez cada unidad familiar en su salón o dormitorio llegaba el momento de explicar que aquí no pasa nada. Que no será mañana pero sí al día siguiente. Dice el refranero español que las vísperas son más hermosas que las fiestas.
La primera de 2025, la más grande, la de los Reyes Magos, tendrá una duración extraordinaria, doble. Ojalá que una belleza también multiplicada.
Comentarios