Hay quien vive la Navidad con cierta reticencia. La gente que no está y la que sí, la comida que uno come y la que no, qué se regala, qué no, cenas de empresa, cabalgatas, aglomeraciones, colas, los niños. A menudo se suele decir que la Navidad es sobre todo para los niños. Nadie se imagina, sin embargo, que Mamá Noel pueda tener acento granadino. Ni que su casa esté abierta al público. Ni que más de 7.000 objetos navideños entre figuritas, calcetines, árboles, belenes en su infinita variedad adornen los metros cuadrados de toda ella. No es eso lo primero que uno piensa y, sin embargo, lleva casi 40 años siendo así.
Inmaculada Herrera, que hasta ha patentado para sí la denominación de Mamá Noel de España en la Oficina de Patentes y Marcas, es ya en un personaje archiconocido de las navidades patrias. En Atarfe, un pueblo de apenas 20.000 habitantes en el área metropolitana de Granada, su casa se encuentra rápido. Vale con callejear y esperar a toparse con una fachada de luces multicolores, navideñas, claro, que iluminan desde varios metros a la redonda. Vecinos y curiosos, "sobre todo niños", señala Herrera, suelen coger las citas diarias para apuntarse al tour, como si de un museo se tratase.
"Algunos se van hasta llorando porque, me dicen, querrían vivir en una casa así", comenta. La atención mediática, por otro lado, es ya tradición. Teles, radios, periódicos. La casa de Mamá Noel de España tiene incluso un árbol de Navidad expresamente dedicado a colgar las fotos de todos los periodistas que se pasan a entrevistarla. Desde Juan y Medio, al medio local del pueblo. Todos los canales, todos los logos. No hace distinciones, como ella misma reitera. No se suele ahondar, en todo caso, más allá de la anécdota, en la historia personal de una mujer que ha dedicado, en suma, buena parte de su vida a decorar su casa, a reinventarla, a hacer de la Navidad, en fin, una cosa de todo el año. Lo mismo que a otros puede provocar reticencia, para Herrera es una forma de vida.
Una historia de amor navideño
Para entender cómo una casa de pueblo se convierte en habitáculo de miles y miles de objetos, villancicos sonando repetidamente durante horas y la aparición del espíritu navideño apareciendo, literalmente, hasta en el váter, hay que irse al inicio. A esos 40 años atrás. Y a su protagonista, la Mamá Noel de España, antes de ostentar el título. Herrera sostiene que "fue un poco por azar". "Empezamos con un arbolito, un belén, como todo el mundo". Habla en plural por su marido, a la postre, incentivador primero de esta historia. "Un día fuimos a un centro comercial, vimos un Papá Noel en una mecedora y mi marido me lo regaló", explica la granadina. Ahí surgió el click.
"Aquello me llamó tanto la atención que le pedí que para mi cumpleaños o mi santo no me regalara ramos de flores, que se marchitan, ni sortijas, eso es muy caro. Que cuando me quisiera regalar, que fuera una cosa de estas. Cada vez íbamos poniendo más. Y hasta aquí". Dice señalando a la terraza de su casa, por la que es difícil no tropezarse entre arbolitos, muñecos y accesorios.
Aquel sencillo regalo entre un matrimonio joven una tarde en el supermercado ha acabado por capitalizar prácticamente toda la actividad del hogar. "Empezamos a sacar las cajas del trastero para empezar a poner cosas ya en septiembre, luego las fiestas y, hasta casi marzo, tardamos en quitarlo todo de nuevo". De doce meses que tiene el año, siete los dedican a poner y quitar la decoración.
Cuenta la Mamá Noel de España que ese eterno espíritu navideño viene de una aspiración de infancia. Una entre ocho hermanos y sin grandes alardes en fiestas, en cuanto fundó su propia familia, lo tuvo claro. Con sus dos hijos ya mayores, confiesa que en su etapa adolescente no entendían la devoción de la madre por la fiesta. "No todo el mundo lo siente como yo lo siento, ni ama la Navidad como yo la amo". Pero ya llegada la edad adulta, apunta que ellos mismos se sienten orgullosos por lo que hace "en el momento en que algún compañero o compañera de trabajo se entera de que soy la Mamá Noel de España".
Las redes, lamenta, siempre tienen su parte mala. Las críticas. Pero ella insiste en que "si, como otra gente, en vez de sentir amor por la Navidad, guardase todas las cajetillas de tabaco que se fuma un fumador, la casa estaría aún más abarrotada". El ambiente con los vecinos y gente del pueblo es más que positivo. En la calle, incluso alguna tímida luz navideña en otras fachadas del barrio, sin hacerle ni mucho menos la competencia, asoma. El artista local granadino, Iván Centenillo, incluso le ha hecho un villancico. Y desde el Ayuntamiento, evidentemente, señala Herrera, se le ha ofrecido aparecer en la cabalgata. "Pero me da mucho vértigo".
Un tour internacional
El recorrido, desde que uno entra por la puerta de la casa, como es de esperar, no es apto para claustrofóbicos. Un belén ocupa tres cuartos del hall de entrada. Con varios ambientes lumínicos que hacen de atrezzo al día, la tarde y la noche del misterio donde los extras se cuentan por decenas. La arena, apunta, se la trajo un amigo de la familia desde Dakar. Con todos sus problemas de aduana. "Pero es arena de desierto real", insiste. En el paseo por el hogar de la Mamá Noel, además, mucho de lo que está a la vista está hecho por ella misma. A mano. Calcetines, jerseys, mantas, telas, manteles, figuras, peluches. "Ya es lo único que incorporamos, siempre ponemos algo nuevo, pero comprar más ya no".
El salón acumula buena parte de esos 7.000 objetos. Mesas, estanterías, muñecos que le llegan a la cintura. Su propia ropa, jersey decorado con motivos de las fiestas, es parte del propio tour. En esto, dice, también marca tendencia: "Veo la tele y cuando veo cosas, incluso de otros países, me veo reflejada y pienso hasta que podrían haberse inspirado en mi historia después de tener tanta repercusión". Al cruzar el pasillo, dejando el cuarto de baño donde hasta el papel higiénico tiene su decoración, la cocina está igualmente repleta. Por la escalera que lleva a la segunda planta se intuye un camino complejo con otros tantos muñecos. En la terraza, por supuesto, la música y juegos de luces con proyectores.
Lo único que respetan sin decoración, lógicamente, son los dormitorios. "Pero igualmente las mantas, por estas fechas, son también de Navidad". En resumen, incide, la Mamá Noel de España, lo importante es "decorar sintiendo la Navidad, viviéndola. No se trata de competir. Hay gente que dice que le gusta la Navidad y no la vive tanto. Hay gente que pone decoración, pero está deseando que se pase, lo importante, insisto, es vivirla de verdad".