Tal día como hoy, pero hace 212 años, y tras la captura de Fernando VII por Napoleón, se reunía la Primera Junta Nacional de Gobierno en Santiago, con objeto de administrar la Capitanía General de Chile. En el país andino, al igual que en otras colonias españolas en América, aprovecharon la convulsa situación política de España para inaugurar un gobierno autónomo de la metrópoli. Hoy lo celebran en lo que se conoce como Fiestas Patrias de Chile.
"Se hacen los bailes típicos, ponemos música folclórica y decoramos las terrazas con azul, rojo y blanco, colores de la bandera chilena con los que adornamos nuestros bares, que llamamos fondas o ramadas", explica Javier Salgado a lavozdelsur.es. Este hostelero chileno regenta junto a su esposa Denesy Tapia La Embajada, un restaurante de comida internacional —con especial atención a la gastronomía chilena— que ha celebrado este pasado fin de semana las Fiestas Patrias con una jornada que ha sido todo un éxito. "Desde que abrimos lo hacemos, a la gente lo que más le gusta es el pastel de choclo y las empanadas chilenas", apunta Javier.
La jornada, en la que se hace gala de las raíces y culturas chilenas, ha llegado a Jerez a través de este gastrobar, que abrió hace seis años en un popular barrio de la ciudad: San Joaquín. La historia de sus propietarios comparte azar con romanticismo. Denesy, que ya vivió en Jerez y trabajaba para la aviación comercial y privada, coincidió en Roma con Javier, que llegó desde Londres para trabajar como cocinero en embajadas de varios países con sede en la ciudad eterna. "Éramos compañeros en el colegio desde los 12 años, nos conocíamos, manteníamos contacto, y cuando coincidimos en Italia nos preguntamos: ¿por qué no probamos a estar juntos? Luego, surgió la idea de montar este proyecto", recuerda el hostelero.
La experiencia de Javier era un grado. El chef, que estudió cocina internacional en el Westminster College, estuvo trabajando en embajadas como la de Nueva Zelanda, Canadá o Australia en Roma, la única ciudad que tiene dos embajadas por cada país: la del Vaticano y la de la República Italiana. "Trabajé para las embajadas que tenían relación con la Santa Sede", explica el cocinero, que tuvo contacto con la mano derecha del Papa y preparó los mejores platos para el círculo cercano al Sumo Pontífice. El contacto con culturas tan diferentes hizo que Javier aprendiera a apreciar gustos muy diversos entre sí, como cuando estuvo en la embajada de Israel y aprendió la cocina kosher, donde no se mezcla la leche con la carne. Todo ello enriqueció culinariamente al chef, que años más tarde decidió emprender con un restaurante de comida internacional.
El lugar elegido fue Jerez ciudad donde trabajó en el ámbito de la aviación. "Nos gustó mucho la ciudad y vimos que aquí no había nada así, que tuviera ese concepto... un local que vendiera los cinco continentes en un mismo lugar", explica el propietario, que se sorprende de cómo ahora hay nachos con queso en cualquier bar, a diferencia de hace unos años, donde era exclusividad de los restaurantes mexicanos. "Van cambiando las cosas, pero nuestra particularidad es básicamente esa: tener un restaurante de comida internacional. Lo que nos diferencia es que los chilis con carne que nosotros hacemos son auténticamente mexicanos", explica. Algo similar sucede con la pasta a la carbonara italiana, que en lugar de llevar nata, solo lleva huevo y pecorino, haciendo la cremosidad con la propia cocción.
De hecho la carta hace honores al sobrenombre popular que le han puesto a La Embajada, una mini sede de la ONU" en San Joaquín. Entre sus platos, podemos encontrar especialidades orientales como el arroz cantonés o los noodles, indias como el pollo al tikka masala, mexicanas como quesadilla, burritos y nachos o italianos, como risotto, lasaña, tagliatelle a la boloñesa, sautè di cozze o spaguetti al frutti de mare para los amantes del marisco. Tampoco se olvidan de las patatas gauchas argentinas, las del roquefort francesas o especialidades de Jerez, como el solomillo a la pimienta y los filetes de lomo al amontillado o al oloroso.
"La idea nuestra es que cuando uno se siente a comer y vea la carta, además de pedir lo que le apetezca, pueda probar cada semana algo distinto. Un día una pizza romana totalmente italiana, y otro día un plato asiático", explica. Luego, se han "inventado" algunos platos fusión con versión jerezana, dando un toque autóctono a la propia comida internacional, que acompañan también con vinos de Jerez, muy presentes en el restaurante.
Especialidades chilenas
Entre los platos que más gustan están los característicos de la gastronomía chilena. Pero, ¿qué llevan? El pastel de choclo no es sino carne de ternera con pollo, aceitunas negras, pasas y una crema de maíz por encima. "Al maíz en Chile le llamamos choclo, por eso su nombre. Lo molemos, se hace una crema y lo servimos en pequeñas cazuelas", cuenta. Por su parte, la empanada chilena, que también tiene base de carne de ternera, lleva huevo cocido en su interior, junto a aceitunas negras.
Si bien los anticuchos, una especie de brochetas que se hacen asadas y a la barbacoa, muy típicas de las Fiestas Patrias, no se pueden hacer por la imposibilidad del local, sí ofrecen otros platos chilenos, demandados en estas fechas. Es el caso de la sopaipillas, que son unas tortitas de calabaza servidas son salsa pebre, un aderezo criollo con tomate fresco, ají y mezcla de especias entre las que destaca el cilantro.
No falta tampoco la chaparrita, el particular hot dog andino que va envuelto en una masa de pizza, y el completo chileno, un perrito caliente que lleva aguacate, tomate, una salsa americana, la col fermenada conocida como chucrut, y mayonesa, ketchup y mostaza. "No hay ninguna casa chilena donde no se celebran las Fiestas Patrias con una buena comida", insiste el hostelero. Ahora no hace falta cruzar el Atlántico para hacerlo. En Jerez, gracias a Javier y Denesy, cabe un trozo de Chile.