Ir a Lisboa y no comer un pastel de nata es comparable a venir a Sevilla y no comerse un serranito. Este dulce, que aparece ya en cualquier lista gastronómica como uno de los mejores del mundo, se ha convertido en otro de los muchos atractivos turísticos que tiene nuestro vecino Portugal. Sin embargo, como pasa en otros muchos casos, el boom también provoca que más de uno intente aprovechar la situación para atraer visitantes sin ofrecerles la calidad del producto original.
Tal ha sido la fiebre de los pasteles de nata que el éxito ha llegado a Sevilla. Eso sí, de mano de dos portugueses que, ante todo, han buscado que el producto que se puede consumir a unos menos de la Giralda o a unos metros de la Maestranza (hay dos locales en Sevilla) respete al máximo la receta original que se hacía en las casas portuguesas y que ahora provoca filas eternas en el barrio de Belém frente al Monasterio de los Jerónimos.
Afonso (47) y Duarte (52) son los protagonistas de una historia en la que cada 10 días realizan los 600 kilómetros que separan Lisboa y Sevilla para transportar ingredientes y hacer gestiones en la capital hispalense. Los viajes recientemente se han intensificado gracias a una nueva apertura en Málaga.
Aunque trabajaron juntos en Madrid hace años, llegaron a Sevilla por razones diferentes, pero ambos quedaron encantados con la ciudad. "Siempre he venido mucho a la Feria. Tengo pasión por Sevilla, me gusta su forma de vida", reconoce Duarte a lavozdelsur.es. Esa afinidad con la ciudad hizo que en 2019 abrieran el negocio, sin abandonar la vida que tienen en Portugal. Les gusta tanto que para seguir haciendo estos viajes, rechazan abrir una tienda en la capital portuguesa. Juntos se embarcaron en este negocio porque les apetecía hacer algo que realmente les gustara. "Y lo que me gusta es comer", comenta Duarte.
En muchas ocasiones, este tipo de proyectos se conforman con imitar los originales. No es el caso. "Nosotros venimos en coche desde Lisboa y descargamos la mantequilla, la harina... arrastramos las cajas". "Lo que hacemos aquí es igual a lo que se hace en Portugal. Siempre hay preocupación para que la distancia no pase factura. Nos han propuesto franquiciar, pero no queremos", añaden sobre el modelo de negocio.
Mientras los dos artífices del proyecto hablan, el goteo de personas que entra en el pequeño local de Mateos Gago no cesa. Y aunque hay mucho turista, también acude público local. El negocio comenzó poco antes de la pandemia, algo que supuso un duro golpe, sobre todo porque acababan de alquiler un piso anexo al local con el fin de facilitar toda la logística. El no tener la obligación de cerrar en ningún momento salvó el negocio, pese a que la situación hizo que el volumen de venta fuera mucho menor.
"Esto en Portugal es como el jamón para vosotros. Nos basta mirar un pastel de nata para saber si es bueno. Es un producto artesano y toda la producción no es 100% perfecta. En Portugal hay cientos de sitios que venden pastel de nata y en mi opinión sólo hay tres buenas", afirma Duarte sobre la fama del producto y el aumento de lugares donde se vende.
Los dueños de este negocio se incluyen entre el club selecto que realiza pasteles de calidad. Para la receta llamaron a un chef portugués que enseñara a los trabajadores paso a paso a conseguir un producto perfecto. Eso no evita que Afonso defina la empresa como "100% sevillana". El lema elegido para presentarse en la capital hispalense hace referencia a una de las canciones más importantes que se le han dedicado: 'Sevilla tiene un pastel especial'.
Desde que abrieron hace ya cuatro años y medio calculan que habrán hecho un millón de pasteles. "Nuestra única preocupación es hacerlo bien y tener al equipo contento. Para nosotros los mejores pasteles de nata están en Sevilla", añaden. Ellos mismos cuentan que algunos conocidos les han hecho esta afirmación, a pesar de no saber que ellos estaban detrás del proyecto "Lo hemos escuchado varias veces y es un honor para nosotros. Hacemos todo igual que en Lisboa, lo único que no estamos aquí físicamente".