El invierno en Jerez tiene una tradición arraigada: recorrer los mostos, ventas y casas de viña para disfrutar de su jerez más joven, chacinas y platos típicos como la berza o el ajo campero.
Esta costumbre, que forma parte de la identidad cultural de la región, se caracteriza por las llamativas banderas rojas, señales que, históricamente colocadas en las viñas del Marco de Jerez, anuncian que el mosto ya está listo para ser servido en jarras y vasos.

Entre los once lugares imprescindibles para vivir esta experiencia destacan cuatro paradas emblemáticas: el Mosto Peña Chiricuti, El Corregidor, Domi y La Blanca Paloma. El primero, ubicado en los límites entre Jerez y Trebujena, en Mesas de Asta, es considerado uno de los más auténticos, conservando el espíritu tradicional de los mostos.
El Corregidor, por su parte, es una antigua casa de viña reconvertida que, aunque mantiene elementos decorativos como herramientas y materiales de viña, funciona más como un restaurante que como un mosto tradicional. Algo similar ocurre con el popular Mosto Domi, que ha evolucionado hacia un negocio hostelero consolidado, alejándose del concepto clásico de mosto.
Completa este cuarteto de imprescindibles La Blanca Paloma, un bodegón rociero que se ha ganado un lugar destacado en la ruta de la campiña jerezana. Estos establecimientos, junto con otros como el Mosto Añina, La Sacristía de Santa Teresa, Mosto Candelero, Mosto Nicolás y Mosto Santa Teresa, ofrecen una amplia variedad de opciones para los amantes del mosto y la gastronomía local.
Dos de estos mostos se encuentran en el entorno urbano de Jerez: el Tabanco El Pasaje, La Terraza del Mosto y el Bar La Teja. Estos locales permiten a los visitantes disfrutar de la tradición del mosto sin salir de la ciudad, combinando la esencia rural con la comodidad del ámbito urbano.

El Mosto Nicolás, situado en la Entidad Local Autónoma (ELA) de Estella, es otro punto clave en esta ruta. Allí, los visitantes pueden deleitarse con aceitunas aliñadas, un manjar de temporada que, acompañado de una jarra de mosto y unas chacinas, conforma el aperitivo perfecto antes de adentrarse en platos más contundentes.
Para los amantes de la berza, el Mosto Candelero es una parada obligada. Este establecimiento, uno de los más recientes, se ha convertido en referencia en Jerez gracias a su conexión con una viña de 150 años de historia en la barriada rural de Las Tablas.
La ruta de los mostos no solo ofrece una experiencia gastronómica, sino también una inmersión en la cultura y tradiciones del Marco de Jerez. Cada parada tiene su propia identidad, desde los locales más auténticos hasta aquellos que han evolucionado hacia modelos más modernos, pero todos comparten el compromiso de mantener viva esta tradición invernal.