Capuccino de nutella, leche de oro, cava rosado con frutos rojos. La carta de un bar ubicado en el centro de Chiclana está repleta de sorpresas. Una bebida turca, un té japonés o una tostada con multitud de ingredientes más allá de la mantequilla son algunas de las opciones de Daniel de María, un establecimiento de la calle Dr. Pedro Vélez donde un matrimonio se entrega en cuerpo y alma para ofrecer al público un local diferente.
Los creadores de este rincón hostelero son el jerezano Daniel Sánchez y la chiclanera María José Fernández, que decidieron montar su propio negocio hace ya seis años. “No habría Daniel de María, sin María”, dice el hostelero de profesión que lleva más de 30 años en el sector. El nombre del negocio une a los de la pareja, porque él no está solo.
Pone en valor el trabajo de su mujer, con más de 25 años en establecimientos. Aunque suela ser él la cara visible, juntos se aventuraron a revolucionar la oferta gastronómica de la ciudad y, con esfuerzo, se han ido ganando seguidores fieles.
Es el tercer local que Daniel saca adelante desde que empezó con 18 años. “Monté un bar de copas con una novia que tenía entonces, también trabajé en una cadena de cafeterías en Sevilla y monté una cervecería en la playa”, explica desde una gran barra y un tema de Manuel Carrasco de fondo.
El hilo musical se funde con las palabras de este jerezano residente en Chiclana que sufrió un percance en su vida. “Me dio un infarto y tuve que cerrar la cervecería por salud, estuve tres años sin trabajar”, recuerda. Pero, en cuanto se recuperó volvió a las andadas y se sumó a la plantilla del restaurante Cabo Roche en Conil, donde estuvo siete años.
En 2016, Daniel unió fuerzas con su mujer y, en cuanto vieron el cartel de “Se alquila” en el local desde donde atiende a lavozdelsur.es, no dudaron en instalarse. “Siempre nos ha gustado seguir aprendiendo y probar cosas nuevas”, comenta.
Con ilusión, empezaron a remar probando con tapas, coctelería y una vitrina de pasteles, pero cuando llegó la pandemia decidieron focalizar su oferta en un sector, el café de especialidad. Al matrimonio le “ha costado levantar esto, al ser un concepto diferente nos cortó un poco meter la cabeza”. Pero quien no arriesga no gana, y ellos se atrevieron a ofrecer no solo molletes.
Su punto fuerte es el café -bebida que siempre ha estado cerca de ellos-. “En una puntuación de 0 a 100, tiene de 85 puntos en adelante, es decir, de lo bueno, lo mejor. Es el pata negra del café”, explica el jerezano.
Al estilo de otras cafeterías asentadas en las grandes ciudades como Barcelona o Bilbao, compran los granos a agricultores de una sola finca, concretamente a una familia Masai de Kenia que realizan dos cosechas anuales, lo que les permite disponer de esta bebida todo el año. Según expone, “no realizamos mezclas absurdas de diez países dentro de un mismo paquete, todos los granos salen del mismo sitio”.
El descafeinado, lo obtienen de Colombia o Méjico. “Cuidamos el café desde el origen, no tiene intermediario, va de la finca al tostadero y del tostadero a nosotros”, comenta mientras prepara una taza con la técnica de Latte Art.
Dibujos sobre el café “siempre recién tostado” que también puede ser latinoamericano o incluso asiático. La mejor compañía de esta bebida son las tostadas “creativas” que prepara para desayunos, brunch y meriendas que intenta que sean “saludables, ricas, divertidas, nutritivas y no solo es pan con manteca colorá”.
A la base de pan de centeno con semillas, de fermentación lenta, añade ingredientes frescos como el queso, el aguacate o la chacina de bellota. La estrella es la tostada ibérica, con crema de tomate casera, jamón y aguacate laminado -”es la que más se pide desde el primer día”- pero también destacan otras como la marroquí, con queso azul, dátiles del Medjoul y nueces.
“Mucha gente tiene el concepto de que un buen desayuno tiene que ser teleras de pan de campo grandes con la manteca. Pero hay otras formas de desayunar mucho más nutritivas y menos grasientas”, comenta. Y esa alternativa es la que incluyen Daniel y María en un listado con más de 40 posibilidades.
“Cositas ricas y presentadas bonito” entre las que se encuentran sandwiches supersanos o bowls de frutas con muesli, hechos al momento. Algo que supone un entretenimiento que va más allá de colocar el pan en el plato. “El sufrimiento de nosotros es el disfrute de la gente”, añade Daniel que asegura que igual piden el brunch a las ocho de la mañana que a las siete de la tarde.
Otra de sus propuestas llamativas es el matcha, té verde procedente de Japón que se muele a la piedra y sirven con leche -o en avena y fresas. Probablemente sean uno de los pocos establecimientos que elaboren esta bebida de forma artesana. “Hay diferentes calidades, nosotros traemos la mas alta, el grado 1, que es el grado ceremonial. Llevamos más de 15 años consumiéndola en casa, es muy herbal”, dice.
El matrimonio apuesta por otras bebidas internacionales que resultan desconocidas para la mayoría y algunas innovadoras que son difíciles ver en los menús. Por ejemplo, al cava rosado con frutos rojos se suma la leche de oro, una infusión con leche, cúrcuma, jengibre y canela. “En una bebida turca pero le hemos dado nuestro puntito”, añade Daniel mientras prepara un desayuno apto para una dieta keto, bajo en carbohidratos y servido sin pan.
Pepin-ada, tostada de cheesecake o capuccino de lotus son otros de los productos que Daniel De María incorpora a esta cafetería “de especialidad” en la que no paran de sorprender.
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