¿Es posible dormir en una seductora casa rural boutique contemplando exclusivas vistas del pueblo encalado y encantado de Vejer, la luminosa costa gaditana y la silueta recortada del continente africano? Es posible. ¿Y añadirle a esa experiencia, al atardecer en la terraza, unos bocados únicos ideados por un chef con estrella Michelin? También es posible. Esta conjunción estelar se encuentra entre los recovecos que llegan hasta las calles San Filmo y Viñas en Vejer de la Frontera, a la espalda del teatro municipal, en dos fincas rehabilitadas con mucho gusto y con un impresionante balcón donde la mirada se pierde a su antojo según el rincón que se divise.
La Fonda Antigua, el sueño hecho realidad de una pareja gaditana de abogados, Eugenia Claver y Leopoldo del Puerto, que ya de por sí tienen una historia que merece ser narrada, ha sumado desde este verano L’ Apéro, un concepto de restauración basado en pequeñas delicias inspiradas en la comunión de la cocina francesa con las tapas de siempre en los bares y ventorrillos de Cádiz. Una idea que ha partido de la mano del cocinero jerezano Juanlu Fernández, estrella Michelin por su restaurante Lú Cocina y Alma, y amigo de los promotores del negocio hotelero vejeriego.
Apéro, aperitivo en francés, viene a significar ese súmmum de máximo placer que nueve de cada diez franceses tratan de poner en práctica al menos una vez a la semana. Ahora también es posible afrancesarse de esta forma mientras pasas la noche en este hotelito con encanto de uno de los pueblos más bonitos de España. El tapeo aquí, en dos turnos de tarde-noche, es rigurosamente informal, casi todo se come con las manos, con la mirada perdida al maravilloso telón de fondo, y con el hotel a la espalda, tan coqueto y sinuoso en sus múltiples accesos a las estancias.
Tras unos meses de julio y agosto donde ha sido imposible pillar hueco libre, ahora es un buen momento para probar ese mollete de atún del que muchos no paran de hablar en la provincia —y más allá—, brindar con champán, y pasar la noche en la suite deluxe o en la habitación número 7, la que cuenta con una terraza privada y el punto más alto de una casa que en los años 60 fue la antigua pensión Rosa de Vejer y que, desde hace cinco, se ha convertido en una casa rural boutique imprescindible para alojarse en esta localidad con tanto atractivo.
Ahora, desde luego, es una época ideal, ya con el pueblo volviendo a su ser, para tomarse un merecido descanso en una de las doce habitaciones de esta fonda laberíntica cuyo interiorismo mezcla lo neorústico con la funcionalidad y el minimalismo de la Bauhaus. “Nosotros queríamos tener un hotel parecido a los hoteles en los que nos gusta hospedarnos cuando viajamos, pequeñitos, acogedores, con encanto..”, cuenta a lavozdelsur.es Eugenia Claver, chipionera de 43 años y gerente del proyecto turístico.
Estamos en la comarca de La Janda. Esta historia empieza en Benalup-Casas Viejas, un pueblo cercano a Vejer. Allí es donde Eugenia y Leopoldo, que se conocieron años antes en la Facultad de Derecho cuando ella acababa la carrera y él ya daba clases de Derecho Mercantil, empezaron a fantasear con acercarse a esta imponente villa (201 metros sobre el nivel del mar y con playa a escasos 10 minutos en coche) por la que han pasado fenicios, cartagineses, romanos, moros y cristianos.
“Hace muchos años que soñábamos con tener una casita en Vejer, pero en el momento del boom inmobiliario era imposible, empezamos en Benalup y luego conseguimos aquí un apartamento pequeño de un dormitorio. Más tarde, en 2016, engañamos a un banco, nos dieron dinero (ríe) y ya nos metimos en esta casa, en sus primeras siete habitaciones”, relata Eugenia, especializada en asuntos jurídicos vinculados al urbanismo y que comparte despacho con Leopoldo, Popo, del Puerto, jerezano de 44 años, más de media vida entregado a la abogacía. De hecho, la historia de amor de ambos comenzó cuando ella ya ejercía como letrada, “fue en un caso en el que fuimos contrarios, pero al final llegamos a un acuerdo y nosotros dos también (ríe). Y hasta ahora”.
La película arranca en La Janda, sube la colina de Vejer y acaba en final feliz en esta Fonda Antigua tan rabiosamente moderna. Pero pudo comenzar en Italia, un país adictivo para esta pareja. Y pudo empezar en Calabria. “Somos unos enamorados de Italia y encontramos un pueblecito, no blanco, pero tipo Vejer, cerca de la playa y de una reserva natural, con muchísimo turismo en invierno y verano. Encontramos un palacio de un romano que casi lo vendía regalado, pero cuando ya estaba todo, presupuesto, financiación…, pregunto al concejal de Turismo del pueblo si, aparte de impuestos oficiales, había que pagar algo más… Y me dice: aquí no se paga, pero en ese pueblo de allí, a 4 kilómetros, hablas con el capo y ya te dirá lo que tienes que pagar. Definitivamente, pensamos en montar el proyecto en España y menos mal…”.
“Echas muchas horas, ese tiempo no se puede medir económicamente, pero es muy reconfortante"
Tras peinar el pueblo pesó la finca que enamoraba a Eugenia, y se pusieron manos a la obra. Cada habitación es diferente y en todas se ha volcado Leopoldo, amante de las antigüedades —máquinas de escribir en cada habitación, pies de antiguas máquinas de coser para las mesitas...— y que prácticamente cede todo el protagonismo de la entrevista a su mujer mientras él, con toda meticulosidad, revisa que todo impecable tanto en el hotel como en el servicio de L’ Apéro, que está a punto de arrancar en este nuevo atardecer vejeriego. Aquí se detiene Eugenia a recordar como surgió la última iniciativa del proyecto al que ya tiene casi decidido que quiere volcar su vida profesional.
“Esto cada vez me tira más”, reconoce, antes de rememorar cómo surgió la idea del restaurante, “que nos da más trabajo, pero nos encanta”. “Veníamos con Juanlu (Fernández) y siempre nos decía que la terraza estaba muy desaprovechada, que solo utilizábamos el rinconcito donde damos los desayunos. A partir de ahí, pensamos un concepto que fuera compatible con el descanso en el hotel y todo ha salido genial". "Nos da mucha tranquilidad tener a alguien como Juanlu detrás, que trabaja todo al milímetro", puntualiza Leopoldo.
Empiezan a llegar parejas a la terraza de L’ Apéro. Diego Pérez, jefe de cocina en Bina Bar, el proyecto con el sello de Juanlu Fernández que regenta Dolce Mila —su pareja— en Jerez, ya lo tiene todo a punto. No faltarán sus croquetas de jamón —una de las siete mejores de España tras el concurso de la pasada edición de Madrid Fusión—, habrá ensalada César de Mano, bocata vejeriego, y unas vieiras con suero de cebolleta, entre otras delicatessen. Todo regado con una buena carta de vinos y sobre un mirador con vistas únicas de la bella Vejer. “Está siendo tal el éxito que a nuestros huéspedes nos cuesta trabajo encontrarles hueco, como las reservas las tenemos abiertas en nuestra web tenemos muy poco sitio”.
Tras un verano extraordinario, con Vejer hasta arriba, "mejor que antes de la pandemia", los promotores de La Fonda Antigua se consideran unos “románticos” porque, evidentemente, no es oro todo lo que reluce en este empeño por sacar adelante un negocio hotelero. “Echas muchas horas, ese tiempo no se puede medir económicamente y hay mucho trabajo detrás para ver esto bonito, la labor entre bambalinas tiene mucha tela, pero es muy reconfortante, ojalá todos los problemas que tenemos aquí fueran los que entran por el despacho, la responsabilidad es mucho más grande”, sostiene la pareja casi al alimón, orgullosa también de tener un equipo “magnífico, que se parte la cara por esto, y eso tampoco es fácil”. "Queríamos hacer un sitio donde quisiéramos ir nosotros y hemos descubierto que hay mucha gente a la que le gusta hacer las mismas cosas que a nosotros. Vienen...", resume Eugenia en torno al concepto de este hotel con encanto en un pueblo mágico.
Horario de L’ Apéro: de 20.30 a 23.30 horas. En La Fonda Antigua no se admiten menores de 16 años. Solo cuentan con camas dobles, sin posibilidad de camas supletorias.
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