De la antigua venta Durango a Black & White, el café con dulces artesanos de una pareja en El Puerto

Tras el confinamiento, Mónica Martín-Arroyo y Robinson Alcántara transformaron su restaurante en una cafetería coqueta donde ofrecen repostería casera en salones con detalles

Robinson y Mónica en la cafetería Black and White en El Puerto.
Robinson y Mónica en la cafetería Black and White en El Puerto. MANU GARCÍA

Un café. Una mirada. Una sonrisa. Un guiño a las cosas sencillas, pero también a aquellas que alegran paladares cada mañana o en mitad de la tarde. Hay un rincón en El Puerto donde tomar un dulce recién horneado entre cortinas de flores y con un hilo musical relajante de fondo. Una cafetería coqueta presidida por un naranjo con décadas de vida que busca la originalidad desde un local conocido entre los portuenses.

Black and White nace allí donde muchas familias disfrutaban de las comilonas en la Venta Durango, un clásico regentado por Juan Marín Arroyo que dio paso al emprendimiento de su hija, Mónica Martín-Arroyo hace ocho años. La portuense, de 47 años, comenzó con su marido, Robinson Alcántara, de 49, nacido en República Dominicana, una nueva aventura hostelera en marzo de 2015, cuando abrieron un restaurante con platos tradicionales y otras tendencias contemporáneas.

Cinnamon rolls caseros.
Cinnamon rolls caseros.  MANU GARCÍA

Sin embargo, la pandemia dio un giro al concepto del negocio. La venta mítica que se mantuvo más de 30 años en pie se transformó en restaurante y, en 2020, en una cafetería especial. “Nos reconvertimos, tomamos la decisión en el confinamiento y cuando salimos, la reabrimos, sin cambiarle el nombre”, explica el matrimonio sentado en una amplia terraza.

Desde entonces, la vitrina luce especialidades artesanas que llaman la atención desde este local llamado Black and White en homenaje Robinson y Mónica. “Se nos ocurrió estando de vacaciones en su país, el lobby de nuestro hotel era blanco y negro, super bonito y nos gustó. Además somos él y yo”, ríe la portuense.

"Nos reconvertimos en pandemia"

En su cafetería se degustan desayunos, brunch y meriendas para todos los gustos. Cafés, infusiones o batidos helados que acompañan con repostería casera. Desde hace dos años, en las mesas no faltan ni flores ni tarta de zanahoria ni rollitos de canela conocidos como cinnamon rolls. “Son los que más se piden, a la gente les gusta mucho”, comenta Mónica, que también elabora en la cocina de la antigua venta Durango galletas de nutella, sultanas de coco o bizcocho de chocolate cremoso. “No hago la tarta de zanahoria con extracto, sino con zanahorias”, explica.

Tarta de zanahoria.
Tarta de zanahoria.   MANU GARCÍA
El matrimonio en el salón de Black and White.
El matrimonio en el salón de Black and White.    MANU GARCÍA

Además de las palmeras o las muffins, prepara pan de guineo, un bizcocho de plátano típico en Latinoamérica, o bizcochos de matcha, y siempre ofrece opciones fuera de carta. “Esto acaba de salir del horno”, dice Mónica sujetando una bandeja con mini rollitos que huele que alimenta.

Todos los dulces de Black and White se pueden degustar en su terraza o en sus salones decorados, o en casa, ya que se pueden comprar para llevar. “Funcionamos como obrador, también se pueden hacer encargos de tartas”, dice la portuense que utiliza frutas naturales para hacer los smoothies, nada de concentrados.

El matrimonio no solo quiere dejar un buen sabor de boca a las personas que se acercan al Camino Viejo de Rota. Desea que también se sientan a gusto en un entorno acogedor. “Cuidamos mucho la decoración y los detalles para que no solo disfruten lo que coman sino del ambiente”, expresan.

La portuense Mónica muestra el espacio Le Petit.
La portuense Mónica muestra el espacio Le Petit.   MANU GARCÍA

En el salón, un baile de luces ilumina las cucharas y tenedores que adornan las paredes. Mientras que en el exterior se distinguen rincones con encanto, eso tan buscados una tarde cualquiera por las personas que huyen de los clásicos.

"Funcionamos como catering"

“Reconvertimos la zona infantil del restaurante en este saloncito francés al que llamamos Le Petit”, cuentan. A unos metros de este lugar fotogénico, Robinson se dedica a elaborar cócteles como los mojitos o piña colada, los más demandados sobre todo en verano.

Son muchas las familias que eligen este espacio para celebrar sus eventos privados. Bautizos, cumpleaños, comidas de empresas o baby showers. “Cuando tenemos reservas para comuniones o comidas, funcionamos como catering”, cuenta Mónica.

Robinson sujeta el pan de guineo.
Robinson sujeta el pan de guineo.    MANU GARCÍA
Cesta para desayunos o meriendas a domicilio.
Cesta para desayunos o meriendas a domicilio.    MANU GARCÍA
La portuense con un trozo de su tarta más demandada.
La portuense con un trozo de su tarta más demandada.   MANU GARCÍA

Black and White ya cuenta con una clientela fiel, esa que no quiere quedarse sin probar los dulces que colocan cada día en la vitrina. Muchos descubrieron este lugar a través de las redes sociales, donde la pareja realiza un gran trabajo de difusión para darse a conocer, o gracias al boca a boca. “Viene mucha gente de la base americana, la mayor parte son de El Puerto, pero intentamos que venga también gente de fuera, aunque eso nos cuesta un poco más al no estar en una ubicación de paso”, sostienen.

A veces, reciben visitas de personas de otros municipios de la provincia de Cádiz que desean probar su repostería. “La semana pasada vino un chico de Cádiz a buscar cinnamon rolls, quedan unos 14 y se los llevó todos. Su novia ya había estado, los había probado y quería darle una sorpresa”, relata Robinson mientras prepara un café latte con dulce de leche.

Otro de los detalles de esta cafetería es que ofrece desayunos a domicilio en bonitas cestas que se pueden personalizar. Según explican, “son para sorprender, para regalar a una mamá que acaba de dar a luz o a una pareja recién casada y llevan flores y una tarjeta con dedicatoria”. Otro local que se suma a la lista de sitios donde darse un buen homenaje.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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