Seguimos adentrándonos en los fantasmas que, supuestamente, posee el hospital gaditano por excelencia, Puerta del Mar. Muchos se quedarán sorprendidos al saber que no solo de la monja vive dicho hospital. ¿Quieres descubrir lo que le ocurrió a nuestro siguiente protagonista?
“El doctor Alonso García, de 65 años, era un médico experimentado y respetado en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz. Pese a su edad avanzada, seguía en activo y disfrutaba de realizar guardias nocturnas para mantenerse ocupado y sentir que aún aportaba a la comunidad.
Una noche, mientras cumplía con su guardia en una de las plantas altas del hospital, decidió tomar un breve descanso y salir a tomar aire fresco. Dirigiéndose al ascensor, notó la calma y quietud de la noche. Aunque no era supersticioso y nunca creyó en fantasmas. Sin embargo, algo inusual ocurrió cuando el ascensor se detuvo en una planta intermedia, sin que nadie lo hubiera llamado.
Con cierta extrañeza, las puertas del ascensor se abrieron y, para su sorpresa, no vio a nadie en el pasillo. Al principio, el doctor García pensó que podría tratarse de una avería del ascensor, pero su escepticismo se disipó cuando bajó su mirada y vio a un niño pequeño con ropas antiguas, mirándolo con seriedad desde el pasillo.
El niño parecía translúcido, como si no perteneciera a este mundo. El médico se quedó paralizado por un momento, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Aunque nunca había creído en lo paranormal, la presencia del pequeño fantasma lo llenó de un miedo inexplicable.
Con gestos bruscos y temblorosos, el anciano médico pulsó los botones del ascensor, ansioso por dejar atrás esa extraña visión. Afortunadamente, el ascensor reanudó su descenso, dejando al fantasma del niño en esa planta intermedia, donde no movió un ápice mientras el suceso ocurría.
El doctor García, aturdido y asustado, regresó a su guardia sin mencionarle a nadie lo sucedido. Decidió guardar aquel encuentro en el más profundo de sus recuerdos, intentando convencerse a sí mismo de que había sido simplemente una alucinación nocturna. Sin embargo, la imagen del niño fantasmal quedó grabada en su memoria, y a partir de ese día, cada vez que tomaba el ascensor en soledad, una sombra de duda se instalaba en su mente.”
¿Creéis que lo que le ocurrió a nuestro protagonista fue real? ¿Pudiera ser una visión por cansancio acumulado? Si fuese real, ¿qué querría ese pequeño con cara de pocos amigos del hospital?