Este asunto dentro del mundo paranormal es algo que cuando accedí a él no entendí, y ahora que llevo casi tres años sigo sin entenderlo. Y mira que he conocido a gente que lo defiende desde varias perspectivas, pero no lo veo.
Estoy hablando de la manía de ocultar “lugares” a otras personas. Con lugares me refiero a casas, haciendas, edificios, o rincones, abandonados. ¿El objetivo primordial? Proteger un espacio del vandalismo.
También he escuchado eso de: “Es que yo me he hartado buscando, y no vas a venir tú ahora de nuevo y vas a querer todos mis sitios”. Por lo visto, esto es como cualquier videojuego online, debes de tener cierto nivel para poder acceder a diferentes zonas del mapa.
Con esto último no estoy premiando la vagueza, pero es cierto que cuando empiezas estás tan perdido como un alumno nuevo en la UNED. No tienes claro las herramientas que puedes usar, no sabes dónde buscar información, cómo se investiga de la manera correcta y, por si fuera poco, los más avanzados se creen profesores para juzgar si mereces tener la localización de un lugar que no le pertenece a ellos.
“Sí me pertenecen porque los he encontrado yo buscando por Google Maps, o desplazándome en mi vehículo”. Perdonad, es así como Cristóbal Colón se agenció América, porque la encontró con sus barcos. No sabía que la nueva ley sobre propiedad privada se había modificado para que a través de un servicio digital puedas adquirir propiedades como la que colecciona “Digimon”.
¿Las fallas que le saco a esta lógica? La desilusión que provoca en los que empiezan y que sus “herramientas de protección” no servirán para nada. Primero, porque los novatos, aparte de cagarse en ti, lo único que van a aprender es la existencia de amargados en todos los sectores de la vida. Segundo, porque se está privando a otros de conocer rincones mágicos mientras se pueda.
Porque claro, tú mucho creerte el amo y señor del rancho, o el cortijo, que luego aparece un organismo público y te lo tira sin avisarte. O por el contrario,
llega un particular, o una empresa privada, con la escritura en la mano y cierran los accesos. ¿Pero qué pasa? ¿No era “tu sitio”? ¿Y si nos encontramos a varios subnormales destrozando la casa podremos llamar a las autoridades porque los terrenos “te pertenecen”?
A mí más que parecerme investigadores responsables, o que intentan premiar el esfuerzo de los demás, me recuerdan a un personaje del Señor de los Anillos, Gollum. Ese pequeñajo ser, transformado en una horrenda criatura, prejuzgando si algún forastero es digno de “su tesoro”.
Como siempre, matizo mis palabras porque sé que me llegarán críticas por ir tan a contracorriente en un tema que la inmensa mayoría piensa del modo contrario. No estoy diciendo que si nos viene un usuario en la red que de evidencias claras de piromanía le facilitemos la madera. Sin embargo, ¿quiénes somos para decidir quién puede ir a un sitio? ¿Por qué no disfrutar de los lugares mientras estos existan? Todos sabemos que “nuestros rincones” ni son nuestros, ni serán para siempre. Si no viene un político ambicioso a tirar todo rastro del ayer, vendrá su verdadero propietario con ganas de hacer dinero. Así que, antes de que todos esos momentos buscando fantasmas queden en la memoria, disfrutemos todos juntos, creando historias que jamás se repetirán.
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