Me gustaría hablar sobre un tema que está campando con asiduidad en el mundo paranormal, la comercialización; o prostitución; del medio.
Hay investigadores que ven este hecho como algo negativo para el sector. Otros lo ven como algo positivo. En mi opinión, ambos bandos tienen su parte de razón.
La capitalización del medio es negativa en cuestiones puramente mediáticas. Los nichos que buscan llamar la atención cual informativo de salsa rosa son un lastre para todos.
Exaltar las investigaciones como si fuera un juego, o realizar declaraciones falsas en actividades turísticas, hacen daño a la credibilidad del mundo paranormal. La gran conectividad de los medios digitales provoca que cualquier declaración sea emitida hasta la saciedad ante multitudes de espectadores.
Hay que recordar que pese a este último hecho, el mundo sobrenatural siempre ha sido muy cuestionado. Por poner un ejemplo sobre la mesa, Ed y Lorraine Warren se analizaron con lupa sus movimientos en busca de fallos hasta el día de su fallecimiento. Y no es algo negativo, pero si fuéramos así en todos los sentidos, más de un político desaparecería de la palestra.
Por otro lado, los que piensan que vender sus conocimientos; o investigaciones; es positivo no van mal encaminados. Acercar al público para dignificar los asuntos de fantasmas con pruebas y hechos genera precedentes para ir alcanzando esa seriedad que se merecen los investigadores.
Queda clara la línea entre ser un mono de feria o un divulgador serio. Tan sólo hay que ver que persigue el investigador con sus trabajos; llamar la atención, o demostrar con hechos la realidad de las psicofonías y los lugares "encantados".
Si buscas "likes" haciendo creer que los espíritus te han movido una silla, o te tiran piedras… Eres una marioneta de tus seguidores que están atentos a tus próximas payasadas.
Si por el contrario, te gusta más desmentir leyendas, o exponer tus pruebas sin agrandar los sucesos, siente que vas por el camino correcto.
Es cierto que ese último camino es menos gratificante porque el público se ha vuelto muy burdo y requiere de múltiples estímulos superfluos para seguir enganchados a tu trabajo. Pero no te rindas, porque más vale calidad que cantidad.
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