Varitas mágicas y escobas voladoras en un mini museo de Harry Potter en Puerto Real donde a los fans “se les va la olla”

El puertorrealeño José Antonio Pérez (1968) abrió en 2018 una tienda con una zona especializada en la saga cinematográfica única en la provincia a la que no le falta detalle

José Antonio Pérez en el interior de Friki Potter, en Puerto Real.

La piedra filosofal, capaz de producir el elixir de la vida eterna en un mundo lejano producto de la imaginación de la autora británica J. K. Rowling, se ha colado en una pequeña tienda de Puerto Real. Wingardium leviosa, Expecto Patronum y un sinfín de encantamientos y hechizos cobran vida en Friki Potter, un rincón preparado con mimo en la calle Cruz Verde para el goce de los fanáticos de la saga más fantástica del cine.

El puertorrealeño José Antonio Pérez Flores, de 53 años, quedó sucumbido por los encantos de la historia del joven aprendiz de magia a finales de los 90. Enamorado de la diégesis en la que Hermione, Ron y Harry viven múltiples aventuras, decidió crear un templo en un local en el que años atrás había regentado un pub.

“Siempre me ha gustado muchísimo”, confiesa rodeado de llaveros y camisetas. Tras su experiencia en bares desde que era joven, José Antonio probó con otro trabajo por cuenta ajena. “Me cansé de la hostelería, era demasiado esclavo, en aquella época no se libraba”, comenta. Pero pronto se quedó en paro y no tuvo más remedio que reinventarse.

El puertorrealeño durante la entrevista en el interior de la tienda. MANU GARCÍA

Se lio la manta a la cabeza y empezó a montar un puesto en los mercados de artesanía de la provincia, donde ya tanteaba el mundo friki. “En los mercadillos ya vendía algunas cositas, pero muy pocas”, explica desde el interior de la tienda que montó gracias a “un plan de pensiones”. Lo gastó todo para poner en marcha un lugar con encanto que se ha convertido en el único con zona exclusiva de Harry Potter. Un gancho para los fans andaluces que se quedarían embobados frente a los escaparates de las tiendas de Madrid, Nueva York o Londres.

En 2018, año en el que las películas se incluyeron en la programación de alguna cadena de televisión, el puertorrealeño optó por transformar el espacio donde vendía los objetos artesanos en un comercio con personalidad. Tras “unos cuantos meses” de preparación, en noviembre se subió al Expreso de Hogwarts para comenzar su propia aventura.

Lo que antes era un “tugurio” con estanterías viejas sufrió una reforma completa. “Se hizo una habitación especial”, comenta. Hicieron falta un total de 4.000 ladrillos para construir una zona que recrea el andén nueve y tres cuartos, con apariencia de mini museo. En las vitrinas hay reliquias de todo tipo. El también “picao de La Historia Interminable y de Stars Wars” explora el habitáculo que conoce como la palma de su mano. “Este tren tiene unos rodamientos metálicos brutales y aquí está el ajedrez Quidditch, mira que bonito es”, dice levantando la tapa de la caja.

Una de las piezas de la zona exclusiva de Harry Potter. MANU GARCÍA

Las piezas relucen junto a varias varitas mágicas de colección de los Weasley, los mortígafos y los profesores. “Fui a Londres para echar un vistazo y dije, necesito muebles antiguos y una buena iluminación”, explica. Luces cálidas ambientan el espacio presidido por un sillón en el que los clientes suelen hacerse fotografías. Con espontaneidad, el propietario va desvelando los entresijos de su “cuarto”. “Este mueble tiene más de 100 años, era de la abuela de una abuela de una casa de Jerez”, señala. Además, asegura que cambia con frecuencia la decoración de la sala.

“Me costó muchísimo que me vendieran los productos oficiales”

Peluches, corbatas, bolsitos, huchas, puzles, figuras, juegos de platos y hasta zapatillas. Para José Antonio no ha sido fácil conseguir traer a la localidad gaditana los artículos oficiales del fabricante The Noble Collection, líder en el sector. “Me constó muchísimo que me vendieran, tenía que convencerles de que quería montar una tienda decente de Harry Potter en un pueblecito de España”, dice.

Su lucha mereció la pena y, aunque al principio estaban reticentes, logró llegar a un acuerdo con el mismo distribuidor de los establecimientos de Londres o Nueva York. “Lo primero que te dicen es: - ¿estás en Madrid, estás en Barcelona? No, yo estoy en Puerto Real”. El 99% de los artículos provienen de este fabricante con licencias.

Escoba. MANU GARCÍA
Diadema de Rowena Ravenclaw. MANU GARCÍA

La escoba de Harry o de Draco Malfoy, que “trae locas a todas las niñas”, reposan junto a figuras hechas a mano como el bastón de Ojoloco hecho con resina maciza. Según explica, los precios son variados, “la pieza más cara que hay aquí es el ajedrez que vale 400 y la escoba de 349”.

José Antonio señala con entusiasmo cada objeto. Se nota que está en su salsa. “Mira, esta es la diadema de Rowena Ravenclaw”. La exposición tuvo buena acogida hace tres años y sigue atrayendo a jóvenes y otros que no lo son tanto. A la tienda se acercan seguidores de otras ciudades de la Bahía, del campo de Gibraltar, “vienen mucho últimamente”, y de otras provincias como Sevilla o Huelva.

“Cuando entran les dejo para que miren, pero cuando entran ahí se les va la olla”, dice apuntando a la entrada de la zona especializada en Harry Potter. Después, el puertorrealeño entra en acción. “Primero les pregunto de qué casa son y luego les enseño las cosas que hay”.

Varitas. MANU GARCÍA
Detalle de algunas figuras en Friki Potter. MANU GARCÍA

Los clientes no solo buscan un giratiempos o la snitch sino también ropa, bolsos, colgantes o tazas de los personajes de otras películas o series. Un recorrido por la tienda descubre estanterías perfectamente ordenadas con una gran variedad de figuras. El Señor de los Anillos, Piratas del Caribe, Death Note, Juego de Tronos, One Piece. En esta parte se encuentra todo lo que no tiene que ver con el mago.

“Hadas, artesanía, camisetas de Fornite para niños… Esto es un cinturón oficial de Wonder Woman”, comenta. José Antonio continúa su tour encantado. Hay sitio para Marvel y DC, esta vez “rebujados” y para relojes mecánicos antiguos.

Sentado en el sillón, mientras acaricia una lechuza de peluche muy abrazable, confiesa que él está entre Slytherin y Gryffindor. “Slytherin es Snape, es Draco Malfoy y al final no son tan malos, hasta la madre de Draco hace cosas buenas”, dice desde el local donde anima a la lectura y a la compra física. “Por internet está guay pero no lo ves”.